Las bebidas refrescantes datan de finales del siglo XVIII. Algunas de ellas tuvieron su origen en el ámbito de la farmacia y se solían tomar para paliar pequeñas afecciones. Los primeros refrescos conocidos se elaboraban a base de agua natural o aguas gaseosas naturales, que se combinaban con frutos y edulcorantes como la miel u otros jugos azucarados. A finales del siglo XVIII fue cuando comenzó a utilizarse el término soda para referirse a una bebida elaborada a partir de agua, bicarbonato sódico y anhídrido carbónico.